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DERMATITIS ATOPCA: Qué medidas podemos tomar?

DERMATITIS ATOPCALa dermatitis atópica puede ser definida como una enfermedad inflamatoria de la piel, que se inicia en la infancia, caracterizada por lesiones de morfología y distribución específica y un curso crónico y recidivante, que afecta fundamentalmente a niños con antecedentes personales o familiares de atopia (“tríada” asma, rinoconjuntivitis y DA). Algunos autores la relacionan también con la alergia alimentaria y de forma aún más discutible con la migraña, las alteraciones gastrointestinales, la inestabilidad emocional y las crisis epileptiformes.

La inflamación cutánea (dermatitis) es la base de la enfermedad, y posteriormente, como consecuencia de la actuación de otros factores tanto intrínsecos como extrínsecos, evoluciona hacia el eczema, la liquenificación, la sobreinfección.

Es una enfermedad difícil de definir, por la variabilidad que presenta en cuanto a morfología de las lesiones y en su distribución topográfica y por los cambios evolutivos en un mismo paciente a lo largo del tiempo. A pesar de los múltiples estudios realizados en los últimos 40 años no se ha localizado un marcador biológico que la identifique, por lo que el diagnóstico es siempre clínico.

Existen numerosos factores desencadenantes de la DA:

Dermatitis Atópica

¿Qué podemos hacer o evitar?

Factores exacerbantes inespecíficos: hay que procurar reducir al máximo algunos factores, sobre todo los que aumentan la sudoración y el picor, no utilizar prendas muy ajustadas o excesivamente abrigadas. Evitar un calor excesivo en la casa, especialmente en el dormitorio.

La ropa interior, la de cama y toda la que esté en contacto con la piel será preferiblemente de algodón, evitando lana y fibras sintéticas. Cuando los padres sostienen al lactante, colocar una toalla o trapo de algodón para evitar el roce con la ropa de los padres (especialmente cuando la madre lo amamante). Las etiquetas de las prendas son muchas veces causantes de irritación local.

La ropa y sábanas deben lavarse con detergentes suaves (hay quien preconiza su lavado a mano, pero no creemos que esta sobrecarga de trabajo familiar esté justificada). Lo más importante es realizar un aclarado extra para que no quede ningún rastro de jabón o detergente. No utilizar suavizantes textiles.

Tras las comidas (especialmente las frutas), limpiar bien con agua y secar e hidratar el mentón y los pliegues del cuello, nunca utilizar toallitas limpiadoras.

Se harán constar en la historia clínica los factores exacerbantes que llamen la atención de la familia en cada caso en particular.

Factores exacerbantes específicos: alergenos. En los casos en que se haya podido demostrar la implicación etiológica de uno o varios alimentos, ha de establecerse una dieta estricta de exclusión 19 a pesar de lo cual bien por transgresiones dietéticas, bien porque no somos capaces de incidir sobre todo el resto de factores que actúan como desencadenantes del brote, no se obtienen beneficios.

En los pacientes sensibilizados a ácaros o a epitelios de animales se aplicarán las medidas de evitación habituales, especialmente en el dormitorio, dado que se aprecian resultados “aparentemente beneficiosos” (según la nomenclatura de la MBE) y una concordancia clínica entre evitación de ácaros y mejoría de la DA.

Higiene e hidratación de la piel atópica (tratamiento de la piel seca) Aún en ausencia de brote agudo, la piel atópica precisa unos cuidados básicos para evitar la pérdida transepidérmica de agua y restaurar la función barrera.

El baño. No excederá los diez minutos, con el agua tibia, añadiéndose aceites de baño o avena coloidal. Utilizar jabones de pH ácido y no frotar durante el lavado. Inmediatamente después, aplicar emulsiones a base de sustancias humectantes y emolientes que contengan ácidos grasos esenciales y ceramidas. Mantener las uñas cortas y limpias” (Guía de actuación clínica de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria).

La frecuencia del baño variará según el paciente y el estado evolutivo entre 2 y 7 veces a la semana. Si se prefiere la ducha, ésta será suave, de forma que el agua se deslice sobre la piel, sin irritarla.

Puede ser útil añadir al agua del baño una solución coloidal de avena, aceites de baño no minerales o bien soluciones jabonosas de breas o alquitranes. Todas ellas tienen una acción antipruriginosa y débilmente antiinflamatoria.

No es necesario utilizar jabón a diario, pero en todo caso, los jabones deben de ser lo más suaves posible. Habitualmente se utilizan los fabricados con tensioactivos neutros no iónicos, a los que se ha añadido una o más sustancias emolientes. Muchos de los jabones de avena o de los "extragrasos" cumplen estas condiciones. El cuero cabelludo debe lavarse con el mismo tipo de productos.

Cuidados que precisa la piel seca. El tratamiento se realiza con cremas hidratantes y productos emolientes ( que “ablandan” la capa córnea). Se utilizarán una o dos veces al día, siendo conveniente que una de las dos sea tras el baño.

Como primer fin, la aplicación de sustancias grasas persigue la “antideshidratación”, es decir, frenar la evaporación del agua intrínseca. La aplicación de aceites o preparados tipo agua en aceite (w/o) puede ser adecuada.

Los productos que intentan aportar agua exógena y ligarla a la capa córnea son los “hidratantes o emolientes”. En la actualidad, además de las dos acciones anteriores, algunos productos que existen en el mercado contienen ácidos grasos esenciales que contribuyen a reconstituir la película hidrolipídica.

Es frecuente que se aconsejen cremas, pomadas y lociones emolientes con una determinada cantidad de urea o de diferentes ácidos (láctico, glicólico, pirúvico, mandélico). Dichos preparados tienen una innegable capacidad hidratante, pero su aplicación produce prurito. Además, a concentraciones algo elevadas (especialmente la urea a más del 3%) pueden ser débilmente irritantes, sobre todo si se aplican sobre zonas de piel con eczema.

En resumen: en pieles muy sensibles o si existe brote agudo especialmente con eczema exudativo, las sustancias emolientes, como la urea y algunos ácidos resultan irritantes y molestos para el niño. En zonas inflamadas es preciso utilizar los corticosteroides tópicos (cuyos excipientes pueden colaborar a la hidratación de la piel) y aplicar los emolientes cuando la inflamación esté controlada.

Cada piel tolera mejor unos preparados que otros, por lo que en ocasiones hay que buscar los más adecuados, pero siempre debemos tener en cuenta que durante un brote agudo no es el mejor momento para modificar las pautas de mantenimiento (cambiar de crema, de aceites, de jabón...), primero se debe tratar la inflamación y el prurito para luego volver a las rutinas higiénicas como prevención.

Tratamiento del prurito. Para reducir el picor, hay que luchar contra la sequedad y la inflamación, pero en ocasiones no basta con ello, y especialmente por la noche, el rascado es inevitable.

Dormir con manoplas de algodón evita las lesiones de rascado, pero no disminuye el malestar que sufre el paciente ni la ansiedad de los padres.

Los antihistamínicos son útiles en la DA, y puesto que parece que el prurito no es dependiente de la histamina, los de nueva generación pueden resultar útiles, pero muchas veces se busca más la acción sedante de los antihistamínicos clásicos.

El tratamiento de elección sería el jarabe de Hidroxicina, dosificándolo a 2 mg/kg/día en tres dosis en los lactantes y en dosis única nocturna de 1 mg/kg/día en escolares.

Tratamiento de la inflamación. La base del tratamiento antiinflamatorio de la DA son los corticosteroides tópicos (CT). Su uso está absolutamente recomendado en la DA.

Dr. Kiars Themme Afan.

Mayor información comunicarse directamente al 221-5315 (4 a 8pm) o al 9-9726-3831 (todo el día).
dr.kiars@gmail.com / www.medicosdelperu.com.pe/drthemme

 

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